Actuar con buena voluntad, nos abre puertas.
Cada puerta que abrimos hacia afuera, abre en nosotros un
espacio interior en el que entran el agradecimiento de los otros, su sonrisa,
su sorpresa, su alegría, su satisfacción.
Nos sentimos buenos, capaces de poner nuestra voluntad para
hacer algo por los demás.
Cada acto de buena voluntad, nos confirma que estamos en el
buen camino.
La felicidad que nos queda luego de haber realizado algo con
buena voluntad, nos expande, nos amplia.
La voluntad desde luego requiere esfuerzo, pero si está
aplicado a una buena acción, el esfuerzo disminuye, se aliviana en ese ir hacia
el otro.
Saben lo hermoso que es sentirse bueno? Qué limpios, qué
libres, qué puros nos sentimos! Qué amigo de nosotros mismos!
Nos aceptamos y estamos de acuerdo con nuestra forma de ser.
Actuar con buena voluntad es de por sí una buena acción.
Que no queda sólo en nosotros, sino que va dirigido a
alguien o a algo que lo recibe.
Las acciones buenas, como las acciones nobles, muestran los
valores humanos que las generan.
Ahora hay algo más para
tener en cuenta en la relación con los demás,
algo que siempre está
a nuestro alcance:
la buena voluntad.
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